sábado, 13 de octubre de 2012

***Llevo mucho, quizás demasiado tiempo haciendo todo lo que no quiero hacer. Si bien siento y me sacudo todo el tiempo en mi interior de todo lo que no quiero, aún así estoy aferrado a la posibilidad de caer de vez en cuando en esta idea de sufrir todo lo que desecho, dejándolos como cadáveres a mis pies, como si fueran escombros que bloquean el mismo paso que estoy obligado a recorrer. Siempre siendo otro. Siempre hecho una tosca coraza de falsedad que deja de serlo en cuanto le tocan la fibra más delgada.
   
***¿Por qué si me siento vivo al hacer esto, si es tan falso este aire y todo lo que orgánicamente me mantiene, yo sigo caminando y necesitando? ¿De qué vale ser forjado en función de lo que se evita todo el tiempo si todo el mundo ya ha sido arrojado al mundo de las cosas? ¿Con quiénes me encuentro en esto que ansío y que digo que soy?

***Este exilio forzado de imágenes y de pensamientos superfluos, ríen. Cuando consigo que me abandonen, me dejan consciente de mi conciencia, pero a sabiendas de que quedo con lo más importante, aunque no por eso lo más deseado, para sentirme vivo. Todos son dolores del recuerdo que duelen en el pensamiento, que niegan verdad, y buscan deidad ante la falta de coherencia vital. Todos recuerdos blancos, hermosos, inmerecidos, que termino somatizando. Es únicamente en ese lugar de lo que pienso donde puedo decir que vivo y siento este cuerpo, casi fingiendo.