viernes, 7 de julio de 2017

Terminé de leer un libro esta mañana, mientras viajaba.
Fui a una entrevista laboral. Llegué muy temprano asi que saqué otro libro y comencé a leer.
Al cabo de un rato, ya en la hora acordada, me avisaron que el supervisor estaba atrasado. No quise saber los motivos.
Entré al local de todos modos y de las estanterías saqué un libro de Nietzsche, "Aurora", y me puse a leer hasta que alguien me avisó que ya era hora.

"Hay tantas auroras que todavía no han resplandecido", decía en el epígrafe...

De regreso continué leyendo.

Esta ha sido la jornada más coherente que he tenido en meses.


Abril - 2015

"...entre el aburrimiento que supone estar haciendo algo que no me gusta versus lo que desearía estar haciendo, ni cuenta me doy cuando de pronto estoy navegando azarosamente por internet. Y veo noticias, me sumo a cuestiones políticas, miro videos, leo algún asunto relacionado con la (anti)psiquiatría, discuto algo, me sumerjo en alguna novela, cliqueo por aquí y por allá, pormenorizo en tal y tal cuestión. Etcétera. Sin mucha noción.
Así m...ismo estoy también algunas noches en que sin poder conciliar el sueño y recostado sobre la cama miro la biblioteca a mis pies y, sin tener certeza de lo que verdaderamente quiero, me desespero tratando de dar con un libro que me satisfaga, con un título que le ponga nombre a esa vacuidad. Es que como la escueta realidad de estar en una oficina sin poder darle rienda suelta a cuestiones que van más allá de un simple capricho lúdico o administrativo (hablo de lo lúdico más bien como lo "creativo", si cabe), y esto solo lo supongo, mi cabeza permanece en una inercia cuyas irresueltas volteretas me mantienen sin poder apagar los ojos. Como una segunda marcha.
"¿Estás bien?", me preguntan, y allá abajo mis piernas brillan como dos manojos frescos a los pies de la cama. El polvo navega en torno a la ampolleta.
Honestamente, no había notado este paralelo sino hasta ahora.
Lo administrativo me borra del mapa y cuando llega la hora de administrar yo mis impulsos todavía estoy como una bolita rebotando en la ruleta. Quisiera pegar los ojos y al rato abrirlos frescamente.
Murió Galeano, me cuentan. Y he vuelto a desarmarme.
La semana pasada un operario de esta empresa se encargó de hacernos reír en el bus de acercamiento. Primero viajaba en los asientos traseros, luego pasó a los delanteros y el bus se deslizó por el pavimento lleno de carcajadas.
"¡Nos vamos a la playa, muchachos!", gritó. "¿Lleva bikini, compañera?" "¿No?" "¿Le presto el mío?". Y así.
Todo es inconexo."