martes, 11 de septiembre de 2012


Nada más complicado que encontrar justificada existencia entre esta atrocidad y el presente. La historia circula entre capítulos sombríos, inacabados, y entre secretos enterrados al pie de una higuera. Sueños nítidos, pesadillas de hombres y mujeres y de amantes que intentan huir del fuego y de las balas. Identidades a oscuras en el entretecho conteniendo el respiro. Puertas entreabiertas en la misma cuadra escondiendo los ojos de los peores hijos nacidos en esta tierra, y temores que intentan sepultar sueños de libertad por generaciones y generaciones.

Sin hablar de futuro (y qué poco me importa, si su cuna está manchada de sangre), y así las cosas teniendo en cuenta ser hijo de una historia funesta, no queda más que abrirse camino en esta tierra con toda la mierda  y el fuego que lleva uno aquí adentro, intentando rescatar el amor, ir cortando flores al paso en este desierto implacable, rescatando afectos desde los fósiles de la felicidad, de manera que no se pierda en el remolino este que todo pretende llevárselo.

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