martes, 27 de septiembre de 2011

Pero por otra parte.

"Y mientras caminábamos, mirando sin reflexión alguna los ventanales de las tiendas, tracé en dirección a la conciencia un pensamiento que me mantuvo muy ocupado en tiempos en que llovían significados, cuando no existía manifestación y acto que no surgiera antes del cuerpo. No era curiosidad literaria la Natalia, de Azócar, teniendo en cuenta, por otra parte, la existencia de Nadja de Bretón. No puedo evadir el hecho de que, por aquel entonces, me dejé invadir hasta la asfixia, luego de leer estas novelas, por la extravagante idea de escribir un libro, mi propia historia, que versara acerca de mis inquietudes con respecto a una mujer. Estaba loco por ella, y no quería esperar un sólo día más para dejarme caer enteramente en el delirio. Sin mucha pretensión supongo, era aportar con otra novelita que tratara del amor, la locura, y esas cosas, de las que tan poco sabemos (aun cuando da la casualidad de que estamos, muchas veces, en efecto, chapoteando en ese mismísimo charco). Pero el punto era que esta similitud me extendía la posibilidad, viva y palpitante, de exteriorizar, con igual o mayor energía, una condición que por entonces me parecía de orden universal. Como una verdad ligada al amor que se imponía, en cierto momento de la vida, ante todo hombre.



Así las cosas, aparentemente, no había nada que me detuviera. Pero no es sino esta tarde, durante el paseo, cuando al lado de esta mujer siento que toda filosofía hace agua. Podría aclarar desde este momento que no sostengo sin cautela la posibilidad de caer en la idealización. Por lo pronto, describir, en este caso, sus rasgos y particularidades, aun cuando sean físicos o de otra índole, incluso los más sencillos, pertenecen exclusivamente a la diferencia que hace resaltar la oposición, el contraste y la experiencia de otras imágenes. Pese a la trampa que se tiende para caer en eso, de todas maneras, no sería sino una forma superficial de dedicarle todo tipo de palabras a una cuestión quizás un poco más compleja. Y no lo digo por ella. Sino por mí, por cierta falta de costumbre en este tipo de hallazgos, toda vez que los encuentros relacionados con ciertas musas hablan de almas, aparentemente, esenciales, libres, puras, e incluso despiadadas, se le mire desde el plano de las ideas o desde la corporeidad misma..."

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