hoy me siento a hablar de amor quinceañero
e insulto a la conciencia juvenil,
renegando de la convulsividad
y mientras me depuro
se desvanece la inmortalidad
de todo lo que tocaste
más vale sentarse a la sombra de un árbol
y hacerlo como lo hice 15 años atrás:
hablar de nosotros
como si fueran veinte años después
Anoche estaba conversando con mi primo sobre nuestra infancia bajo un árbol y las estrellas. Quien nos viera y quien nos ve, qué hubiese pasado si lo de nosotros hubiese resultado... Eso ya no importa, hoy acabo de leer la conclusión a esa noche de recuerdos y sonrisas. Qué ganas de retroceder el tiempo y llegar a esa edad donde el miedo, la ansiedad y la pena no existían... Pero también pienso que si estuviese eternamente pegada en esa era hubiese perdido mucho.
ResponderEliminarNuevamente te lo digo: Me encanta como piensas y escribes.
Saludos
Todo presente y todo futuro lleva la impronta del pasado, amiga Jasna.
ResponderEliminarEs cierto que todo castillo fue alguna vez construido a la escala de la niñez, pero la virtud (ahora que estamos grandecitos) reside en el hecho de poder visitarlo de vez en cuando... y jamás negarlo.
Gracias y saludillos