lunes, 6 de agosto de 2012

06/08

Y sí, poco trabajo. Poco estimulante, además. La mitad del día, lo que se podría calcular en algo así como 4 horas, se ocupó en tareas tan vacías como innecesarias. Ordenar acá, cuadrar esto con aquello y sería todo. Muy cerca mío, en algo parecido a un afán por escapar de la bala del tiempo perdido, están unos pocos haciendo del trabajo un nuevo evangelio. Y me abruma. Llevo 4 cafés y, al intentar un 5to, sentí un rayo atravesando mi estómago desde su base hasta arriba y pienso que sería bueno diluirlo en un poco más de agua caliente. Así y todo, estoy pensando en Marilyn, en sus piernas, en su sonrisa y sus ojos vaporosos, en el brillo completo de lo que es ella, en suma, de lo que era, en cada uno de sus gestos generosos, en la multiplicidad de mujeres que era, en las mujeres de mi vida, en las que llevaban parte de su sonrisa y parte de su locura, si acaso consigue esto último brillar y fascinar al mismo tiempo en una mujer.

He puesto, poco antes de irme, el Op.81 de la Obertura Trágica de Brahms, y así como en todo lo que pueda ser considerado como belleza, ciertamente como ejemplo, es Brahms quien nos puede contar cómo es que todo puede ser innecesario y vacío y llegar a ser simplemente virtuoso. Sencillo preciosismo que viene a salvarme, imposible juzgar de otra manera, en momentos en que lo inútil y lo innecesario en la vida de los hombres, una y otra vez, viene a provocar fiebre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario