y se escuchaba el rugido del titán aún estando muy lejos
el grito siempre alimentaba mis pesadillas
bajo un concierto de ranas que croaban
yo soñaba en ese entonces, cada tarde,
-ansiaba tanto que ocurriera por las noches...-
con una luz que entraba por la ventana
y le tocaba las piernas
mientras yo me arrastraba por ella
amándola de punta a punta
no veía sus ojos celestes sino entreabiertos
ni tampoco sus mejillas, ahora ligeramente rosadas
como pocas horas antes
como pocas horas antes
tan pero tan claras
la cama se convertía en un torrente lleno de cisnes,
Algo se zambullía en la laguna de su espalda
Y el estuario del Reloncaví guardaba absoluto silencio.
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