jueves, 7 de marzo de 2013

Salir a la calle hará la diferencia,
se encargará del engaño

(dibujando máscaras de polvo con un dedo torcido)


y así, impregnarse de todo lo mundano
siempre me obligará a
no escrutarlo
a colgar todo detrás de la puerta

para llegar más tarde,
        apagadas las luces,
 directo a un escritorio, abrir todos sus cajones y 
adolecer de lo que 
suspira dentro.

A partir de 3, reniego al son de cuadros
y fotografías
de toda distancia 
de toda soledad cercana a esa 
obsolescencia, 

y desaparezco
creyéndome un punto
ya en el fin de cada uno de sus nombres
Gritando para escuchar el tono de mi propia voz.

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