Y ha dicho Rilke que para que un recuerdo sea tal, este debe coincidir con nuestro esfuerzo por olvidarlo. Habrá que suponer entonces que olvidarlo proviene de quizás cuál enredo y manía, de quizás cuál error y hastío o pasión que somete la imagen al etiquetado por la palabra. Asuntos difíciles de hacerle frente en este mundo del símbolo y el frenesí por el significado...
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